miércoles, 26 de septiembre de 2012

SER ENTRENADOR

DIVERTIDO TRABAJANDO Y SOÑANDO EN EL DESCANSO.

Dicen los grandes amantes del deporte que ser entrenador es UNA FORMA DE VIDA, y para poder afirmarlo hay que haberlo sentido en alguna ocasión, haberlo disfrutado y casi haberlo tenido como medio de vida.

El entrenador, amante de su profesión, de su deporte y de su trabajo, vive pensando en su deporte casi todo el día, y hasta en su periodo de vacaciones disfruta pensando en los planes más inmediatos.

Cuando todo el mundo piensa en disfrutar de sus vacaciones, el entrenador medita como confeccionar su equipo para la próxima temporada, en ¿que jugadores fichar? o en cuales cambiar para mejorar la plantilla de la próxima temporada? No importa tirarse días viendo vídeos de jugadores o analizando tipos de juego para innovar, mejorar o incluso sorprender la campaña que esta por llegar.

Una vez tiene el equipo cerrado, su objetivo es planificar el juego de su equipo, ¿que puede hacer jugar a su equipo para aprovechar las características de sus jugadores? Siempre se lleva una idea bastante amplia de lo que puede desarrollar su equipo como colectivo.

Y una vez metido en pretemporada (cuando la gente sigue disfrutando de sus días de vacaciones) el objetivo  prioritario es UNIR. Unir para que los egos de un amplio grupo de jugadores se pongan a disposición del colectivo y así poder aspirar a conseguir metas mayores. SI, a metas mayores de las inicialmente planteadas, porque todos los entrenadores son partidarios de marcar objetivos moderados y realmente alcanzables porque de esta manera no se generan ilusiones que después pueden llegar a frustración si no se consiguen.


Realmente, todos los miembros de un equipo tienen en su mente objetivos mayores de los que se expresan, y de todos es sabido, que esos logros un tanto mayores, solo son alcanzables si el equipo funciona como tal; pues las características individuales se potencian dentro de un buen grupo, unido y bien cohesionado.

Pues bien, esta es la principal aspiración del entrenador en el inicio de una pretemporada (aquí los resultados no cuentan y la presión por jugar o no bien, es algo secundario). Esta en una fase de ILUSIÓN porque el buen entrenador aspira a trasmitir una idea colectiva del juego, la cual conllevará un sentimiento de equipo y de unión que hará más llevadero el trabajo diario de toda una temporada. Serán más factibles los objetivos marcados inicialmente y por tanto, las posibilidades de soñar y alcanzar esas mentas que no se nombran aumentarán notablemente.

A partir de aquí, una vez acabada la pretemporada, comienza lo que el jugador disfruta realmente. El entrenador también lo disfruta, pero la tensión del resultado final la lleva el entrenador, porque es al que se ve como cabeza visible y máximo responsable del equipo.

En ese momento empiezan las grandes sensaciones de ver jugar bien a tu equipo, de verle plasmar en la pista  los días de trabajo de pretemporada, las horas de planificación realizadas mientras los demás estaban de vacaciones, y si encima se gana, pues la sensación de placer experimentada por el entrenador es realmente indescriptible. Solo es conocedor de esa sensación aquel que lo ha podido (por suerte) experimentar en primera persona.

En el lado opuesto está esa misma sensación de bienestar, pero marcada por la negatividad de los malos resultados. Resultados que no acaban de llegar porque te falta la pizca de suerte que se necesita en cualquier deporte y categoría, o porque alguna circunstancia imprevista marca el resultado algunos partidos, o porque las lesiones planean sobre tu equipo, o porque simplemente no llega tu equipo a lo que preveiste inicialmente.

Es realmente duro ver como tu equipo ha trabajado bien, el colectivo funciona, pero los resultados no acaban de llegar.

Todo son grandes sensaciones que invaden el cuerpo de un entrenador a lo largo de una temporada. Son impresionantes las sensaciones tan positivas que se viven cuando ves confluir en una idea de juego y en un sentimiento colectivo a varias personas. Es precioso sentir que un mismo deseo o sentimiento es perseguido de forma común por personalidades tan diversas que forman el equipo. Y es una gozada luchar por ese objetivo común que hace no escatimar esfuerzos por el bien colectivo que todos persiguen.

Son todas estas sensaciones las que me afloran ahora que todos los equipos están a punto de empezar sus respectivas ligas, y digamos que abaca y empiza lo bueno de ser entrenador. Dentro de poco empezarán a circular los rumores de posibles ceses porque no funcionan ciertos equipos, porque no responden de acuerdo a lo invertido o lo exigido por los que mandan.

También tiene otros muchos lados bonitos, como son: ver crece el juego de tu equipo, como evoluciona la capacidad de jugar colectivamente y disfrutar viendo la progresión de los mas jóvenes del equipo. Siempre surgen sorpresas muy agradables que esperas estén dentro de tu equipo. Y también queda el lado más humano, aquellas relaciones que mas allá de lo meramente personal o profesional, perduran para siempre; porque ese luchar diario por metas comunes, es capaz de fraguar amistades inseparables dentro y fuera de las pistas de juego. Las convivencias y los valores que se transmiten desde el punto de vista del entrenador, deberían ser extra-polables al otros muchos ámbitos de la sociedad, y con ello seguro mejorarían ciertos ámbitos de la sociedad actual.

Desde la añoranza de todas estas grandes sensaciones, desde la sana envidia de aquellos que ahora están inmersos en todo esto que acabo de describir, con la esperanza de poder disfrutar nuevamente de todo lo que implica ser entrenador y desde el deseo de poderlo vivir nuevamente algún día (¡Por difícil que sea!!), mucha suerte a todos los que empezais este fin de semana o en las próxima semanas.


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