Hay cosas que no tienen explicación.
Hay cosas que son ilógicas y cosas que no son buenas para un
colectivo. Y ambas cosas han ocurrido en el segundo partido de la Euroliga entre el Real
Madrid y Barcelona.
Lo que se preveía como una gran batalla y un buen espectáculo
para ayudar a difundir el deporte de la canasta ha quedado en un partido
descafeinado.
Hacía mucho tiempo que el FC: Barcelona no fallaba en una gran
cita (Xavi Pascual no lo conocía ni como entrenador, ni como head coach del
Barcelona).
El partido arrancaba
con el equipo azulgrana as enchufado,
mandando en el marcador, que era lo que se exigía a ambos equipos,
jugando perfecto en cuanto a ejecución de lo programado y con el acierto lógico.
Las primeras rotaciones blancas propiciaban los primeros cambios en el partido
y el Madrid recuperaba el tono y su nivel habitual. El Plan de juego del
Barcelona debía tener preparado esta reacción, y como viene siendo habitual en
el equipo de Pascual, deberían aflorar los cambios tácticos; pero eso no ocurrió
y se llegó al descaso con ocho puntos abajo, que por otra parte, es algo
perfectamente subsanable.