Hay cosas que no tienen explicación.
Hay cosas que son ilógicas y cosas que no son buenas para un
colectivo. Y ambas cosas han ocurrido en el segundo partido de la Euroliga entre el Real
Madrid y Barcelona.
Lo que se preveía como una gran batalla y un buen espectáculo
para ayudar a difundir el deporte de la canasta ha quedado en un partido
descafeinado.
Hacía mucho tiempo que el FC: Barcelona no fallaba en una gran
cita (Xavi Pascual no lo conocía ni como entrenador, ni como head coach del
Barcelona).
El partido arrancaba
con el equipo azulgrana as enchufado,
mandando en el marcador, que era lo que se exigía a ambos equipos,
jugando perfecto en cuanto a ejecución de lo programado y con el acierto lógico.
Las primeras rotaciones blancas propiciaban los primeros cambios en el partido
y el Madrid recuperaba el tono y su nivel habitual. El Plan de juego del
Barcelona debía tener preparado esta reacción, y como viene siendo habitual en
el equipo de Pascual, deberían aflorar los cambios tácticos; pero eso no ocurrió
y se llegó al descaso con ocho puntos abajo, que por otra parte, es algo
perfectamente subsanable.
Lo extraño del caso vino en la segunda parte, donde el Barcelona
ha empezado a empequeñecerse y a cometer errores infantiles que el Madrid castigaba
duramente (no solo perdidas de balones en zonas del campo comprometidas par el
balance defensivo, sino fallos en tiros relativamente fáciles). Algo nuevo en
cualquier equipo que llega a estos finales de temporada y que opta a ser
campeón de Europa, pero que se puede remediar si sigues remando y creyendo en
tus posibilidades y en tu ruta de juego.
Pero eso no ocurría, el equipo azulgrana erraba en ataque, dudaba
en defensa, con la consiguiente permisibilidad que ello ocasiona: no pasaban
bloqueos y el equipo blanco generaba con facilidad; donde al principio iban a por
todos los rebotes, dejaban de atacar cada acción, donde antes jugaban con
determinación después no sabían muy bien
a quien buscar; donde suelen aportar
todos, pasaron a hacerlo solo Marelinho y en contadas ocasiones Oleson.
Ello unido a los altos porcentajes de juego del Madrid, pues
hacía proporcional el crecimiento de unos y el decrecimiento de los otros. Mirotic
jugando su mejor baloncesto y los Sergios en su mejor nivel. Se les unían buenos
minutos de Boursis, Rudy, y todo era
coser y cantar porque robaban y anotaban con facilidad.
En definitiva, algo muy poco común pero que ha ocurrido en
el peor momento tanto para el Barcena como para el Baloncesto, pues los amantes
al basket deseamos grandes batalla como a vivida el la última final de copa.
Ahora solo queda esperar que el Madrid mantenga su nivel de
confianza en la final del domingo, donde tendrá un equipo trampa, pues si algo
ha demostrado el Maccabi en su partido contra el CSKA ha sido FE y CONVICCIÓN.
Con el claro objetivo de no perder la cara al partido, los
de David Blat, jugaron casi todo el partido abajo en el marcador, esperando su
momento y haciendo jugar al rival con el miedo del favorito. Ahora se volverá a
repetir, pues si antes eran favoritos los blancos, ahora más aún. Tanto por su
nivel de semifinales como por la eliminación de los rusos.
El Maccabi es un equipo sin demasiado altura, y que dentro
de un juego no muy elaborado, tiene en la creatividad de su juego exterior la
principal virtud (lo mismo que el Madrid). De cara al espectáculo (“creo”) era
la mejor final posible, pero tiene un gran peligro para los que gustan de tenerlo
todo controlado (seguro habrá espectáculo, salvo hecatombe de alguno de los
equipos).
Veremos que plantean los macabeos para hacer frente al juego
blanco, peor mucho me temo que esas defensas de ajustes usadas en el primer
tiempo contra los moscovitas, les serán de utilidad para frenar la producción
blanca.
Suerte, y que además de ganar quien debe ganar (por el bien
de nuestro baloncesto y como premio a una generaron que ya se lo merece), gane
el espectáculo y ganemos adictos al basket el próximo domingo.
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