martes, 16 de agosto de 2011

ESTUDIO BASKET. TEMP. 2010-2011.



Estudio.


En el deporte, como en la vida, se buscan motivaciones personales para lograr potenciar las motivaciones colectivas. De la unión de egos y su disposición hacia la búsqueda de un fin común, surgen los objetivos colectivos que guían a cualquier equipo para tratar de conseguir los retos deportivos que se marcan en el seno de un equipo.

Está claro que dentro del deporte profesional las circunstancias están muy claramente determinadas por unas pretensiones deportivas y económicas. Económicas porque supone una forma de vida que ocasiona el sustento de las familias de todos aquellos que por suerte se ganan la vida a través de su práctica deportiva. Y deportivas porque una vez se tiene interiorizada la característica anterior, conlleva un aspecto que se le presupone al deportista: la “profesionalidad”; esa profesionalidad va orientada por dos parametros que son inexorables a cualquier profesional:

• Las ganas de mejorar, y por tanto la voluntad del deportista para mejorar individualmente su calidad técnico-táctica. Ello le obligará a un esfuerzo constante en el día a día por ser mejor deportista en su deporte concreto.

• Su disposición a ayudar a crecer a su equipo. Esto será lo que determinará un verdadero ego orientado hacia lo colectivo o por el contrario, un egoísmo difícil de reconducir por cuanto prima el aspecto individual por encima del colectivo. Y si se da esta segunda circunstancia, será un hándicap para el buen desarrollo del grupo.



Sobre todo, esto último, se podría especificar y ampliar mucho más, pero me gustaría no solo centrarme en estos aspectos que priman dentro del deporte profesional. Me gustaría pararme a valorar todos estos parámetros dentro del difícil mundo del deporte amateur o incluso aficionado. Aspectos que influyen de muy diferente manera en los deportistas que forman parte de un colectivo.

Son los equipos de categorías no “punteras” y de equipos “no” filiales de clubes importantes (que podrían ser los que si tienen las motivaciones guiadas por aspiraciones muy ligadas al profesionalismo) los que tienen dificultades para encontrar una armonía colectiva y por tanto, verse beneficiados por una verdadera línea de trabajo para ver cumplidos los logros que como grupo se marcan a principio de cada temporada.

Ni que decir tiene que el principal objetivo a principio de temporada de los miembros de estos equipos es el de divertirse. Diversión que se alcanza a través de la satisfacción personal de hacer el deporte que gusta en cada modalidad deportiva y diversión que se logra también desde el placer de compartir con los miembros del equipo momentos de buen trabajo, victorias y las satisfacciones de lograr los retos que como equipo se vayan marcando.

Una vez que se haya el punto de satisfacción necesario para divertirse individualmente, viene la dificultad de encontrar dentro de cada persona la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar personalmente para el beneficio del equipo? En la medida que logre entender esta pregunta y realmente lo sea capaz de poner todo al servicio del grupo, el equipo se verá mejorado y favorecido para ser más competitivo y más equipo dentro de la categoría donde se encuentre.

Pues bien, tras varias experiencias en diversos equipos de diferentes características y variados niveles marcados por la diversidad de las categorías del juego en que se hallaban encuadrados, esta temporada (la 2010/2011) me ha hecho reflexionar sobre aspectos que influyen de muy diferentes maneras en el devenir de un grupo de deportistas.

Debo reconocer que esta temporada dentro del Colegio Estudio, me ha ofrecido una gran diversidad de sensaciones y por tanto, muchas enseñanzas que creo debo expresar para que no se me olviden y puedan quedar para futuras experiencias dentro de este club o en otro cualquiera.

Por allá por el mes de Septiembre daba comienzo una pretemporada atípica, pues donde en teoría sobrarían jugadores para confeccionar un equipo de categoría Nacional dentro de la Comunidad de Madrid, en realidad, tras dos entrenamientos me encuentro que solo hay siete u ocho jugadores para el que en teoría es el primer equipo del club.

Ahí surge mi primera sorpresa y pregunta: ¿Debe un club/colegio consentir que sus chicos/as puedan elegir libremente donde jugar y con quienes, o deben estar a disposición del colegio/club al que representan, jugando donde se le requiera y después poder estar vinculado al equipo de los coleguillas? ¿Esto es realmente un club/colegio estructurado o en realidad es una ONG que está para dar gusto a todos sus exalumnos?... En realidad tengo una idea bastante clara al respecto, pero como en realidad solo pretendo exponer los hechos como fueron (y cómo me afectaron y enseñaron a mí en primera persona), me ceñiré a los hechos ocurridos y las conclusiones derivadas de ellos.

Unido a esto está la segunda dificultad para confeccionar la plantilla, pues si no todos los mejores jugadores del club están a disposición del equipo y además no puede haber más de tres jugadores (exalumnos) que no fueran antiguos miembros del colegio, las posibilidades se reducen muchísimo. Y finalmente, me entero de que además, esos jugadores deben, ya no cobrar, sino pagar unas cuotas anuales. ¡Vaya sorpresón para mí! (era mi primera experiencia con un equipo donde los jugadores pagan por jugar).

En este punto de la pretemporada, trato de ser positivo y pensar que si encima de sacrificar el tiempo libre de cada uno, además pagan, deben ser gente súper implicada. Me toca pensar que “a falta jugadores, no se debe pensar ni tan siquiera en la calidad deportiva, sino que debe primar la calidad humana y el compromiso”. (A partir de ahí debe comenzar el trabajo de un buen entrenador: primero rentabilizar los recursos humanos y deportivos a su alcance y segundo, mejorarlos individualmente y como equipo).

Bonita labor la de un entrenador si tiene para trabajar diariamente, o tres días en semana (como era el caso concreto de esta temporada) a todo su equipo. Y en verdad, esta es la situación del equipo hasta el mes de Diciembre, donde con algunos altibajos, el grupo iba cogiendo forma, se iban asumiendo roles y responsabilidades que podían hacer pensar que todo acabaría en un buen final.

Sin embargo, a partir del parón Navideño surgen una serie de acontecimientos que me hacen pensar y reflexionar sobre temas que nunca pensé afectaran (¡y de que manera!) al grupo y por tanto al equipo. De todas ellas, para no extenderme demasiado, me quedaré con la siguiente pregunta: ¿Cómo puede influir el aspecto económico en las personalidades tan diversas que se integran en un equipo y por tanto, cuales son sus consecuencias en el equipo?

Tras muchas reflexiones, pensamientos en diversas direcciones y valoraciones en frío. Tratando de ver las cosas no solo en momentos de euforia o de decepción, y mi pensamiento final acaba con una frase hecha que sintetiza e integra todos mis periodos de reflexión: “El que paga exige”, o “Al que se le paga se le puede exigir”.

Dentro del grupo, como decía antes, convivían muy diversas personalidades y con muy diversas formas de ver las cosas y de esta pluralidad surgen muy diferentes grados de compromiso. Todo el mundo, desde su perspectiva de las cosas cree tener razón, estar haciendo lo correcto o estar comprometido, aunque esto realmente no es así.

Para evitar todas estas formas de ver las cosas y confluir todos en una sola dirección hace falta un director de orquesta (en el caso que nos atañe un entrenador) y dentro de un grupo realmente comprometido, debe existir un “reglamento de régimen interno” donde se pactan y estipulan unas normas de funcionamiento a respetar por todos. En el momento que esto no es así, el grupo se empieza a resquebrajar y todo se hace muy difícil. Todos creen tener razón en sus justificaciones y se puede llegar a intentar justificar lo injustificable.

Las había oído de todas las formas y colores, o eso creía yo, pero siempre se puede superar y donde unas veces son válidas las excusas de los estudios, en otras cómo no lo van a ser los motivos laborales (viajes, reuniones, cambios de planes del jefe a ultima hora, un despido, horarios imposibles, imprevistos en las oficinas…), temas familiares,… En definitiva, en lugar de decir que las he oído de todo tipo, debería decir, “me las han metido de todo tipo”.

Y esto es lo que no me permite estar orgulloso del trabajo logrado a lo largo del año, pues por encima del éxito o no deportivo, creo que lo más importante es lograr un verdadero sentimiento de compromiso, el cual YO no he sido capaz de alcanzar (al menos como se entiende en su amplio sentido de la palabra). Imagino podría haberme adaptado a la mentalidad del lugar, reducir los entrenamientos durante buena parte de la temporada, y tal vez (aunque suene mal) haber pasado un poco del tema. Pero no va con mi forma de pensar ni de ver las cosas, de ahí mi mal sabor de boca.

Con todo y con ello, se debería extraer una serie de conclusiones muy positivas si se las analiza en profundidad y sirven para no volver a caer en los mismos errores en futuras experiencias. Los resultados deportivos no deben distorsionar la realidad y creer que todo está bien, pues aunque el tramo final de temporada ha sido satisfactorio en cuanto a resultados y entrenamientos, la realidad no debe ser: “¡¡si hubiera entrado alguno de esos dos triples que no quisieron entrar!!”. Aunque así hubiera sido, mi reflexión final seguiría siendo la misma, primero el trabajo unido al compromiso y después vendrán los resultados (que muy probablemente serán positivos). Pero sin olvidar que para favorecer ese trabajo, se deben dar unas circunstancias de trabajo bien consabidas y respaldadas por una política de club; sin las cuales, surgen vacíos de poder y situaciones que son casi insostenibles si se quiere plantear algo como serio sin serlo realmente.

Para acabar quiero destacar que por encima de todo están las personal, las cuales se respetan e implican según sus características de vida (principios, valores, situaciones económicas, problemáticas,…) y no por ello son mejores o peores las unas que las otras, sino que cada uno entiende según su propio interés porque no olvidemos que el ser humano es egoísta por naturaleza.

Nota: Agradecer a todos (jugadores, entrenadores, encargados del club) la posibilidad de trabajar con ellos, las enseñanzas que me han hecho extraer durante todo el año, pues si bien no ha sido el mayor de los placeres el entrenamiento del día a día, sí que me ofrecieron la posibilidad de volver a entrenar y sentir la competición a un nivel aceptable. Espero a todos les haya servido tanto como a mi y les ayude a mejorar como jugadores, entrenadores, directivos y sobre todo como personas. Gracias.

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